Falleció en el hospital tras la brutal paliza de cinco policías
Memphis lloraba hoy la muerte de Tyre Nichols, el joven afroamericano de 29 años que moría el 10 de enero, tres días después de ser ingresado en el hospital, víctima de una brutal agresión de cinco agentes de la Policía. Con un ligero retraso debido al clima y a la agenda de algunos asistentes, el funeral daba comienzo pasado el mediodía en la iglesia cristiana Mississippi Boulevard, fundada en 1921 como la primera iglesia afroamericana de Memphis.Ante la presencia de diversas personalidades, la más destacada y cargada de simbolismo fue la de Kamala Harris. «Tyre Nichols debería haber llegado a casa con su familia. Sin embargo, Estados Unidos lamenta una vida brutalmente truncada a manos de quienes juraron proteger y servir. Me uno al presidente Biden en su llamada a la responsabilidad y la transparencia», reaccionó días antes la vicepresidenta, que asistió al funeral junto a su marido, así como otros familiares de víctimas que le han dado continuidad a la lucha contra la violencia policial.
En primera fila, junto a ellos, el hermano de George Floyd, Philonise Floyd, y la madre de Breonna Taylor, Tamika Palmer. Otra ciudad del país, otro estadounidense, pero la misma denuncia sobre la violenta dinámica que sigue cobrándose de manera desproporcionada y sin justificación la vida de cientos de afroamericanos a manos de la Policía cada año.
Y es que Nichols se convertía, con su trágica muerte, en la nueva cara visible de una herida, la del racismo, aún abierta en EE UU, especialmente cuando se relaciona con la violencia policial. Los estadounidenses de raza negra lideran el ranking de lesiones y las muertes por agresión policial.
Recordado como «alma generosa» por sus familiares y amigos, su funeral se celebró cargado de simbolismo y ante la presencia de personalidades, con la aspiración nacional de convertir el dolor en esperanza. «Mi hijo fue enviado aquí por designación de Dios», dijo la madre de Nichols, RowVaughn Wells, que cree que su primogénito estaba en una «misión divina» para forzar el cambio de dinámica en la Policía de Memphis.
«Cuando todo esto termine, será bueno y positivo porque mi hijo era una persona buena y positiva», añadió a los periodistas la madre de Tyre. El joven se dirigía a su casa, situada a tan solo unos metros del lugar donde le detuvieron por una infracción de tráfico, una «conducción temeraria» de la que todavía no ha habido constancia. Nichols volvía del popular parque Shelby Farms, donde a menudo iba a fotografiar el atardecer, una de sus grandes pasiones.
El joven afroamericano, que deja un hijo de 4 años, se había mudado a Memphis desde California en 2020 para estar más cerca de su madre durante la pandemia. Desde hacía nueve meses, trabajaba con su padrastro a tiempo completo en el servicio postal FedEx y usaba con frecuencia el monopatín, otra de sus aficiones.
El reverendo a cargo de la ceremonia, Lawrence Turner, valoró la dramática situación como «un momento de curación para Memphis» al asegurar que «es bueno para nosotros estar juntos en el mismo espacio y llorar unos con otros, también encontrar la esperanza que nos impulsará desmantelar con suerte esta cultura que normaliza este tipo de violencia». El alcalde de Memphis, Jim Strickland, también pidió revisar de manera exhaustiva el Departamento de la Policía, sus agentes y protocolos de actuación.
Este nuevo episodio de violencia policial conmociona a EE UU, no solo por la crueldad que muestran dichas imágenes por parte de las autoridades, sino también por las circunstancias de la detención. Una parada de tráfico no permite a los agentes de ningún Estado del país trasladar a los conductores fuera del vehículo, menos aún si no están armados ni muestran resistencia o violencia.
Una investigación llegada a cabo por el «New York Times» identificó que, durante los cinco años anteriores a 2021, agentes de la policía habían terminado con la vida de más de 400 conductores que no estaban armados ni siendo perseguidos por delito violento.