El estrés crónico está asociado a la aparición de problemas de salud porque afecta a todos los sistemas del cuerpo –según la Asociación Americana de Psicología– y puede aumentar el riesgo de hipertensión y enfermedades cardiovasculares, e incluso alterar las bacterias intestinales beneficiosas. Además, influye en nuestro bienestar emocional y en nuestra forma de comportarnos, y puede contribuir al desarrollo de depresión o reducir el interés por cosas o actividades que antes nos producían placer, impidiéndonos disfrutar de la vida.
Una nueva investigación ha revelado ahora que el origen de este malestar físico y psicológico se encuentra en un grupo de neuronas en una zona del cerebro con forma de arco que se hiperactivan tras una exposición crónica al estrés. Cuando estas neuronas llamadas proopiomelanocortina o POMC se vuelven hiperactivas, se producen este tipo de problemas de comportamiento, que disminuyen cuando los científicos reducen su actividad.
El estudio ha sido realizado por investigadores del Colegio Médico de Georgia en la Universidad de Augusta, que observaron en el hipotálamo –que desempeña un papel clave en la liberación de hormonas y la regulación del hambre, la sed, el estado de ánimo, el deseo sexual y el sueño– la reacción de esta población de neuronas POMC en respuesta a 10 días de estrés crónico e impredecible. El estrés crónico impredecible se emplea para estudiar el impacto de la exposición al estrés en modelos animales y, en este caso se incluyeron factores ambientales como restricción, ropa de cama húmeda prolongada en una jaula inclinada y aislamiento social.
Neuronas que inducen estrés y reducen el placer y la libido
Los investigadores comprobaron que los factores estresantes hicieron que aumentase el desencadenamiento espontáneo de estas neuronas POMC en ratones machos y hembras, ha afirmado el Dr. Xin-Yun Lu, presidente del Departamento de Neurociencia y Medicina Regenerativa de MCG, erudito eminente de Georgia Research Alliance en neurociencia traslacional, y autor del trabajo, que se ha publicado en Molecular Psychiatry.
Cuando estos científicos activaron directamente las neuronas, en vez de esperar a que el estrés las hiperactivara, observaron una aparente incapacidad para sentir placer –que se conoce como anhedonia– y desesperación conductual, que es esencialmente depresión. En las personas, los síntomas de anhedonia pueden incluir dejar de relacionarnos con buenos amigos y la pérdida de la libido. En el caso de los ratones, dejan de interesarse por el agua azucarada por la que sienten predilección, y los machos, a los que les suele gustar oler la orina de las hembras cuando están en celo, también pierden parte de su interés.
Sin embargo, cuando los científicos inhibieron la activación de las neuronas, disminuyeron estos tipos de cambios de comportamiento inducidos por el estrés en ambos sexos. Los resultados del estudio muestran que las neuronas POMC son “tanto necesarias como suficientes” para aumentar la susceptibilidad al estrés, y que el incremento de su activación es un factor que impulsa los cambios de comportamiento resultantes, como la depresión. De hecho, el estrés disminuyó abiertamente las entradas inhibitorias en las neuronas POMC, concluye Lu.