una tradición precolombina, aunque todavía se discute su origen, fue establecida el 20 de octubre de 1548, día en que se fundó la ciudad de La Paz.
La celebración era nocturna e invitaba a una participación general en la que criollos e indígenas festejaban a su modo, según el folklorista Ernesto Cavour y autor del libro Alasitas.
De acuerdo con Cavour, los criollos organizaban un baile de disfraces y los indígenas llegaban a La Paz , desde sus comunidades, con ídolos y objetos en miniatura que los intercambiaban por piedras pequeñas planas y por algunas monedas.
Esta tradición, después de algunos años fue prohibida por un obispo, pues la consideraba una fiesta libertina, donde estaba presente “el jolgorio, el desorden y el robo”.
Fue Sebastián de Segurola, gobernador intendente de La Paz , quien después del cerco de Tupaj Katari, volvió a restablecer la festividad de las miniaturas.
La fecha de la celebración fue trasladada del 20 de octubre al 24 de enero como una acción de gracias a la virgen de Nuestra Señora de La Paz .
Sin embargo, existen otras versiones acerca de la celebración de esta festividad como la de Carlos Ponce Sanjinés, autor del libro Tunupa y Ekako, quien sitúa el inicio de esta feria el 22 de diciembre, es decir, durante el solsticio de verano.
La palabra Alasitas pertenece a la lengua aymara que quiere decir “cómprame”, nombre que adoptaron los citadinos al escuchar el vocablo cuando las vendedoras de miniaturas pregonaban sus artesanías.
El Ekeko, dios de la abundancia
El Ekeko, dios de la abundancia a quien se le rinde homenaje en esta fiesta, tiene origen precolombino, igual que otros amuletos de la buena suerte.
Este personaje era considerado como símbolo de la prosperidad por los antiguos kollas. Se le rendía culto y se convocaba a su espíritu cuando alguna desgracia sucedía en la comunidad.
Su figura artesanal era de oro, plata, estaño, piedra, yeso y aún de barro que se encontraba en todos los pueblos kollas.
Se le daba la forma de un hombrecito panzudo, con un casquete en la cabeza unas veces y otras con un adorno de plumas o bien cubierta con un gorro, con los brazos abiertos, las palmas extendidas y el cuerpo desnudo.
Los rasgos de su fisonomía denotaban bondad y alegría.
Según Rodolfo Salamanca Lafuente, quien escribió Pasado, presente y porvenir del Ekeko, este ídolo es pequeño y gordo, con el rostro tallado en piedra, ríe y muestra satisfacción.
“Tiene pocos bigotes, ninguna barba, los ojos pequeños y vivaces; la nariz amplia, labios gruesos, duros; la cabeza y las orejas abrigadas con un lluchu de lana de colores”.
El tronco lo tiene grueso y fuerte para resistir la carga innumerable de alimentos y toda la provisión para la gente. Sus brazos, continúa Salamanca, son fuertes y sobre ellos reposa “la esperanza y la realidad”; las piernas pequeñas, los muslos gruesos y los pies amplios.
Viste ropa indígena, con ojotas adheridas a las plantas, pantalón de bayeta de la tierra que es donación de la llama, de la alpaca o de la vicuña, una chaqueta pequeña, camisa y poncho tejido con “notables caitos”.
“La carga compleja y diversa que lleva, la arrastra hacia abajo, a la tierra (…). Cargado de grandes cargas propicias, cubierto con vestidos indígenas. Es un diminuto indígena hecho dios. Humano por su barro (…). Solidario de la suerte por su alma contraria al individualismo”.
Según Salamanca, su nombre se identifica con la aspiración humana de la abundancia porque existen en él multiplicidad de atributos, pues aleja las desgracias del hogar, es cómplice de los enamorados, desenreda la perfidia del corazón traicionero, enlaza querellas de amor, deshace la obra de la brujería.
Artesanos de la feria de Alasitas
Los artesanos de la feria de Alasitas tienen una mano de obra calificada. Muestran en la calidad del trabajo su prestigio.
También los internos de la cárcel de San Pedro contribuyen a la feria. Por costumbre cuentan con puestos de venta para exponer sus trabajos y venderlos.
Los trabajadores en yeso son también un sector muy importante. Ellos preparan su mercadería desde octubre y ya está lista para el 24 de enero. Hacen ekekos, alcancías de diferente modelo, máscaras, casas pequeñas, edificios, departamentos, muñecos, monolitos, sombrerería, pequeñas esculturas de cholas fruteras, verduleras y un sinnúmero de adornos.
En esta fiesta se puede saborear la culinaria paceña.
Otro producto tradicional es el billetito. Aparecen de todos los cortes y en tamaño más pequeño al real, son símbolo de la fortuna.
Los periódicos también se han convertido en un atractivo con artículos e historias graciosas, en los que los protagonistas son generalmente políticos. Se ha sabido que la elaboración de estos impresos se remonta a 1847.
En esta feria también se encuentran otros productos hechos por las imprentas como títulos de bachiller, de licenciatura en la profesión preferida, certificados de matrimonio y otros en miniatura para quienes desean que se cumplan sus sueños.