La crisis de la energía y la inflación se ceban con la industria del pan alemán, que ha visto cerrar panaderías históricas del país del canciller Olaf Scholz.
Llevan tiempo en el sector panadero teutón pidiendo ayudas al Gobierno del canciller Olaf Scholz, que ha lanzado ya tres paquetes para soliviantar el alza de la vida que ha supuesto la inflación
A estas alturas, es difícil llevar la cuenta del número de panaderías que han cerrado en Alemania. Las hay históricas que han echado el cierre, como la cadena de panaderías Thilmann, una empresa familiar levantada en 1937. Llegó a tener más de una veintena de panaderías en la ciudad del oeste alemán de Coblenza y sus alrededores.
Probablemente la empresa panadera de mayor edad que ha echado el cierre en Alemania es la panadería Sinzinger, del municipio bávaro de Otterskirchen (sur germano). Abrió sus puertas en el año 1591. Tal y como han recogido en la página web teutona Pleiteticker, que registra los cierres empresariales alemanes debido a las actuales turbulencias económicas, esa panadería de Baviera sobrevivió, entre otras cosas, a la Guerra de
Sin embargo, “la actual crisis energética no la va a sobrevivir esta panadería fundada en el siglo XIV”, han señalado en Pleiteticker.
Llevan tiempo en el sector panadero teutón pidiendo ayudas al Gobierno del canciller Olaf Scholz, que ha lanzado ya tres paquetes para soliviantar el alza de la vida que ha supuesto la inflación y el aumento de los precios de la energía. Entre esos esfuerzos gubernamentales alemanes se cuenta un paquete de ayudas valorado en 200.000 millones de euros destinado en buena medida a abaratar el precio de la energía.
Los costes de mantener un negocio han aumentado considerablemente en Alemania, un país obligado el año pasado a dar un giro de 180 grados en su política energética. Alemania era dependiente en el 55% del gas natural que importaba en 2021. Pero la ilegal guerra de Rusia contra Ucrania ha supuesto que Alemania busque alternativas a ese y otros hidrocarburos.
En lo que al gas natural respecta, el país del canciller Olaf Scholz se ha visto obligado a dejar de comprar el barato gas de Rusia, recurriendo a gas de otras naciones que cobran más. Todo esto tiene una repercusión en negocios como el que tiene abierto en Berlín desde hace seis años y medio el panadero Michael Köser.
Este hombre de 58 años abre las puertas de su negocio a NIUS y explica, en su oficina, situada encima de su panadería berlinesa, que los precios relativos a la energía que tiene que pagar se han duplicado.
Los costes energéticos se han doblado para los panaderos
A Köser aún no le han llegado las facturas de la luz ni del gas del año pasado, pero él prevé una subida importante en esos gastos energéticos. De pagar 630 euros al mes de electricidad y 90 euros mensuales por el gas, la panadería de Köser, Kønigliche Backstube o la “Panadería Real”, pasará a pagar, más o menos, el doble. A saber, unos 1.000 euros de electricidad y 180 euros de gas mensuales, según los cálculos de Köser.
Él conviene en afirmar que muchos panaderos en Alemania, antes de la actual crisis, ya estaban trabajando “al límite de la rentabilidad”. Y luego vino la inflación y la crisis de la energía. “Pero no todo es culpa de la energía. Esta explica un tercio de la situación. Otro factor importante ha sido la subida de los salarios, que ha supuesto más de un tercio de la subida de los costes”, plantea Köser.
Alude este panadero, que tiene un equipo de trece personas a su cargo, a la radical subida del salario mínimo impuesta por el Gobierno de coalición del canciller Olaf Scholz. El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y Los Verdes, dos de las tres formaciones de dicha alianza gubernamental, prometieron subir a doce euros la hora el salario mínimo si llegaban al poder. Han cumplido, alterando así el sistema que se había fijado en el país para subir esa remuneración.
La inflación, aupada también por Scholz con la subida del salario mínimo
Ese mecanismo dependía, hasta el vuelco operado por Scholz y compañía, de la Comisión del Salario Mínimo. Instaurada en Alemania en 2015, esa remuneración comenzó siendo de 8,5 euros la hora. En enero del año pasado era de 9,82 euros por hora. Ahora se pagan 12 euros la hora.
“Ahora tenemos que pagar, en algunos casos, un 30% o 40% más de salario a los empleados, es exagerado”, señala Köser, cuya panadería, situada en la barriada de Rixdorf, al sur de Berlín, ofrece productos regionales y ecológicos certificados. Los clientes, en momentos de espera, pueden disfrutar del mural dedicado a exposiciones artísticas que presenta la panadería en uno de sus muros interiores. Es un mural cuya exposición va cambiando cada tres meses.
Köser, en su negocio, paga por encima del salario mínimo – 15,5 euros la hora e incluso más. A su entender, la política del Gobierno de Scholz ha contribuido a que la inflación esté donde está actualmente en Alemania, en valores alarmantemente históricos. La subida de los precios se situó el año pasado, de media, en un 7,9%. Para este año, en las cuentas del Ejecutivo de Scholz figura una inflación que también rondará el 8%.
Ir poco a poco y limitar los beneficios, claves para sobrevivir la crisis
Entre semana, la panadería Kønigliche Backstube abre de nueve de la mañana a siete e la tarde. Los sábados de ocho de la mañana a tres de la tarde. En el modelo de negocio de Köser no se contempla el tradicional trabajo nocturno al que siguen siendo fieles muchos panaderos.
En su negocio, simultáneamente, se hace y se vende pan durante el día. Así se evitan gastos de energía por mantener encendidos los aparatos del obrador y, sobre todo, se evita tener que pagar a los asalariados un 25% de bonus por nocturnidad.
El modelo de negocio de Köser presenta otra clave que, a su entender, explica por qué puede mantener abierta su panadería. Él tiene limitados los beneficios. Al año, no registra más de 60.000 euros de beneficios, o no más de 600.000 euros de volumen de negocio. Bajo esos niveles, no está obligado a crecer económicamente todos los años, una lógica de la que son presa muchas otras empresas.
“Mi modelo de negocio, yo lo comparto con otros panaderos. Algunos han venido preguntando el cómo hago para mantenerme. Yo les doy toda la documentación sobre mi modelo de negocio, se lo regalo. Y así ya hay otras dos nuevas panaderías que trabajan como yo, una en Gotinga (oeste germano) y otra en el barrio berlinés de Wedding”, cuenta Köser.
“La cosa está en no ganar mucho e ir poco a poco adquiriendo logística, sin necesidad de invertir mucho dinero desde el principio”, abunda este panadero. Esa estrategia le ha servido, de momento, para evitar la crisis del pan alemán.