Los bancos de arena cerca del río Iténez en Bolivia y Guaporé en Brasil se volvieron «alfombras» de nuevas vidas donde nacieron millones de tortugas gigantes de río, luego de un par de meses de la que se considera la mayor anidación de estas tartarugas en el mundo, que se encuentran en riesgo por la comercialización de su carne y de sus huevos.
Desde fines de diciembre y comienzos de enero, cientos de miles de crías de tartarugas salieron de sus huevos, luego de alrededor de tres meses de uno de los mayores espectáculos de la naturaleza, la anidación que reunió al menos unas 80.000 hembras en la que cada una puso un promedio de 90 huevos, contó a EFE el biólogo especialista en tortugas de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS, por su sigla en inglés), Enrique Domic.
Es así que las playas de arena se convirtieron en «alfombras» de tortugas por la «cantidad impresionante» de nuevas vidas que nacían simultáneamente y que han llegado a cubrir todo el perímetro de los bancos de arena.
Domic estimó que nacieron alrededor de siete millones de nuevas tortugas gigantes de río suramericanas, pero hay que tener en cuenta que algunos no lograron llegar hasta el río o que han sido devorados por otras especies.
Luego de que las tortugas llegan al río, las hembras esperan a las crías y los machos y los juveniles se agrupan alrededor de las playas donde nacen las tartarugas y empieza la «vocalización» de las «madres» con las crías, una forma de comunicarse y «reconocerse», según contaron los pobladores cercanos al lugar del desove, manifestó Domic.
A pesar de ser una gran cantidad de nuevas vidas, esta especie está catalogada «en peligro» en el Libro Rojo de los Vertebrados de Bolivia, una de las grandes amenazas es la comercialización de su carne y de los huevos que son consumidos en poblaciones aledañas.
La importancia de esta especie, que puede llegar a medir unos 90 centímetros de largo o más, es fundamental por la cantidad de «biomasa» que generan que es beneficiosa para otras especies que comparten el ecosistema y también ayudan a regenerar la vegetación a lo largo de los corredores fluviales al dispersar las semillas.
Estas tortugas que son las más grandes de agua dulce en Latinoamérica se caracterizan por anidar en «comunidad» y pesar más de 90 kilos, comentó el biólogo.
En esta ocasión, la WCS realizó un esfuerzo para acercar este espectáculo natural a través de la transmisión en sus redes sociales de la anidación y también utilizaron la tecnología para hacer un censo de la población de tortugas sobrevolando drones con cámaras infrarrojas y sacar fotografías para contabilizarlas, manifestó a EFE el especialista para las tecnologías de América de esa institución, el biólogo Omar Torrico.
Esta acción ha ayudado a confirmar que esa área es «clave para la conservación» de esta especie y también para generar planes para su protección, señaló.
Además hubo un gran impacto en las personas que siguieron esta actividad que incluso deseaban ser voluntarios y ayudar de alguna forma en las próximas anidaciones.
Los expertos de la WCS de Bolivia y Brasil trabajaron en colaboración con la comunidad Versalles en Bolivia, la ONG Ecovale y las agencias ambientales de ambos países.