A falta de gas ruso, varios países europeos están recurriendo al carbón. Esta demanda está alimentando unos precios ya elevados.
El carbón está en una pendiente ascendente y debería mantenerse. La fuerte demanda asiática, sobre todo en India y China, pero también en Japón, ya había hecho subir los precios en los últimos meses.
La entrada de Rusia en la guerra contra Ucrania ha alimentado la tendencia al alza. A principios de marzo, los precios superaron los 430 dólares por tonelada en una jornada en la que muchas materias primas se dispararon.
De Europa a Pakistán, el carbón tiene una demanda creciente
Con la disminución del suministro de gas ruso a Europa en respuesta a las sanciones occidentales, el carbón es cada vez más demandado en Europa.
“En Pakistán, por ejemplo, es la subida del precio del gas, amplificada por la guerra, lo que hace aumentar la demanda de carbón», explica Simone Tagliapietra, investigadora de política energética del Instituto Bruegel.
El deseo de Europa de prescindir del carbón ruso antes de agosto está añadiendo presión a otras fuentes de suministro, lo que solo puede causar más tensión en los precios.
Antes del conflicto en Ucrania, a finales de diciembre, la Agencia Internacional de la Energía preveía un aumento récord del 6% en la demanda de carbón en 2022 (para la electricidad, pero también para la producción de cemento y acero). Estas cifras serán inevitablemente revisadas al alza.
La producción asiática ha aumentado
En los últimos meses, la producción en Asia ha aumentado y ha alcanzado un buen nivel, según un experto en energía, pero esto no se reflejará necesariamente en los precios. Esto se debe en parte a las dificultades asociadas al transporte marítimo de esta producción. En efecto, existe un riesgo de cuello de botella, tanto físico, por la falta de graneleros, los barcos que transportan el carbón, como financiero, con unos costes de transporte que siguen siendo muy elevados.
En este contexto, los precios sólo pueden seguir subiendo, aseguran nuestros interlocutores. Por el momento, no hay razón para que el carbón escape a la trayectoria de otras materias primas energéticas.