En un testimonio desgarrador, su hermana Massiel Olvera relataba a la prensa el momento en que comprendió que había perdido a Mónica: «Sus pantalones, sus zapatos, sus manos, sus uñas, sus anillos… No le vi la cara pero la conozco, esas eran sus piernas. Era mi bebé, era mi hermana la que estaba ahí, tirada como basura», decía desconsolada Massiel.
Testimonios como el Massiel y casos como el de Mónica se repiten de manera alarmanate cada año en México. En 2022 tuvieron lugar más de 1000 feminicidios, lo que no incluye a todas las mujeres muertas de forma violenta, más de 3000.
La media habla de 10 mujeres asesinadas al día desde 2018. Solo en el Estado de México, el 911 ha recibido más de 52.000 llamadas relacionadas con la violencia de género.
Expertos y defensores de los derechos humanos afirman que estas incomprensibles cifras tienen mucho que ver con un machismo cultural muy arraigado en este país, así como con una desigualdad de género sistémica.
Pero también, denuncian, a un sistema judicial muy deficiente. Policías que no registran denuncias, investigaciones muy pobres y fiscales y jueces que revictimizan a las mujeres.
Muchas cosas que cambiar en definitiva para poder decir sin miedo a equivocarse que en México una mujer no tiene nada que temer.