Opinión captó el momento exacto en que Francisca Menchaca se arrodilló delante del can sin hogar para ofrecerle un vaso de plástico lleno de agua. También le facilitó comida. El gesto es digno de aplaudir. La mujer deja en alto a la compañía de limpieza en la que se desempeña.
Un gesto de ternura y gran corazón. Francisca Menchaca, mujer que forma parte del personal de limpieza de una institución bancaria ubicada en la avenida Ayacucho, no dudó un instante y ofreció una escena para imitar, en momentos en los que la apatía pretende ganar espacio.
La trabajadora de limpieza, sin descuidar sus labores diarias, se sensibilizó con un perro cachorro que deambulaba por la acera y le dio agua. El can sin hogar se encontraba lamiendo los restos de aguas servidas que fluían en la calle y consiguió saciar su voraz sed.
Vestida con su uniforme amarillo y cubriendo su rostro con un barbijo, Francisca -quien confesó que “le encantan los perros”- salió un momento de la institución en la que presta sus servicios ante la triste escena.
Empeñada en calmar la sed del cachorro, ella se dirigió a un puesto de venta de jugos de naranja apostado en la puerta de la institución bancaria. Allí pidió un vaso de plástico con agua a la vendedora, quien se lo facilitó de inmediato al percibir la misma escena. Luego corrió a ofrecérselo al can sediento. Ambas fueron cómplices en el gesto de generosidad.
OPINIÓN captó el momento exacto en que Menchaca se arrodilló delante del perro de negro y café pelaje y le ofreció el vaso lleno de agua para que este pudiera introducir su delgado hocico y lamerlo con tranquilidad.
Fueron varios los intentos para que el can lograra ingerir el líquido elemento, pero Francisca no se rindió.
Finalmente, el can callejero tomó el vaso y comenzó a jugar con este. Francisca y la vendedora de jugos de naranja contaron que el can frecuenta el lugar.
Los transeúntes que pasaban por el sitio quedaron sorprendidos al ver a este perro que se paseaba de un lado a otro, batiendo la cola con el vaso de plástico entre sus dientes, mientras no perdía de vista a su benefactora.
Luego, con timidez y mientras ofrecía un poco de sopa en bolsa al cachorro, Francisca aseguró que tiene cuatro perros a quienes ama con intensidad. Antes de retornar a su fuente laboral, la mujer dejó restos de pollo en un plato de plástico para que los animales en situación de vulnerabilidad que pasan por el sector ingieran algo de alimento.
Francisca honra a la compañía de limpieza en la que se desempeña.