Argentina, Chile y Bolivia que conforman el Triángulo del Litio concentran entre 60% y 80% de las reservas mundiales de ese mineral
Los vastos bancos del llamado oro blanco o litio en Sudamérica, han colocado a Argentina, Chile y Bolivia en la primera prioridad de las transnacionales, ese metal blando que puede flotar en el agua representa el futuro de la energía.
Estos tres países, que conforman el Triángulo del Litio, concentran entre 60% y 80% de las reservas mundiales de ese mineral.
Actualmente se emplea en la fabricación de baterías para automóviles eléctricos, teléfonos móviles, ordenadores portátiles y de casi cualquier dispositivo.
Por consecuencia, el oro blanco ha visto su precio dispararse de 5 mil 700 dólares la tonelada, en 2020, a 60 mil 500 dólares en la actualidad, gracias al boom de los autos eléctricos y el alejamiento de los combustibles fósiles.
Por lo barato que es extraerlo en América Latina, gracias al bajo costo de la mano de obra, la baja fiscalidad para las empresas y la relajación de las leyes medioambientales, muchas compañías de Estados Unidos, China, Australia, Canadá o Corea del Sur ya operan en los salares latinoamericanos.
Lo que hacen las empresas es perforar la costra de los salares, bombear la salmuera –que es el agua subterránea– y volcarla en unas piletas que tienen kilómetros cuadrados de superficie.
Eso se deja evaporar al sol y, una vez que se evapora, queda en el sedimento una serie de minerales y metales que son procesados en las plantas químicas.
El lado oscuro del litio es que cada planta consume millones de litros de agua por día y las comunidades agrícolas de Sudamérica temen por su medio de vida.
Las comunidades están denunciando un problema de vegas (terrenos fértiles) que se están secando, de ríos contaminados…