Mientras los productos esenciales se encarecen, el resto mantiene su precio o se abarata. Al ponderarse, los precios bajos o disminuidos compensan las alzas y empujan el IPC hacia abajo.
¿Por qué la inflación del país se mantiene baja, si el precio de varios productos se incrementa? La respuesta está en la ponderación del Índice de Precios al Consumidor (IPC), un indicador que mide la variación de precios en 397 productos, para con ello medir la inflación.
El desfase se da porque sólo unos 25 productos son de consumo esencial. Mientras que éstos se encarecen, el resto se mantiene o se abarata. Al ponderarse, los precios bajos o disminuidos compensan las alzas y empujan el IPC y, por ende, a la cifra oficial de la inflación: hacia abajo.
“Uno de los grandes problemas que tenemos con la lectura del IPC tiene que ver con el tema de las ponderaciones. Gran parte de los productos que han empezado a subir están ponderados y a la hora de ser reflejados en el IPC, mitigan los incrementos pese a ser productos de consumo cotidiano, como el aceite, la harina o la papa”, dijo el analista Gabriel Espinoza.
El 5 de octubre pasado, el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó que en septiembre el IPC registró una variación positiva de 0,14% en comparación a agosto. Con esta cifra, la inflación a 12 meses se incrementó a 1,89%, la más baja de la región.
“El Gobierno dice que no hay inflación pero los precios suben, nosotros lo vemos. Es algo real en el bolsillo”, señaló un vendedor del Mercado Rodríguez.
Ponderación baja de alimentos
El economista Germán Molina señala que lo que ocurre es que cada producto tiene una ponderación y la de los alimentos, en el actual IPC, es baja. Pero ¿qué quiere decir esto?.
“Cada persona tiene un ingreso. Antes de establecer la canasta de consumo para el IPC, se hace una encuesta para determinar qué porcentaje de ese ingreso se destina a alimentos o a otros productos. En el IPC 2007 y después en el IPC 2016 se bajó este porcentaje, pero es precisamente donde se tiene mayor gasto de las familias. Los alimentos pueden subir pero la ponderación es baja, entonces en el IPC su efecto es bajo”, explicó.
En la literatura económica existe lo que se denomina la Ley de Engel, que se refiere al cambio en los ingresos y en el patrón de consumo. Señala que en la medida que los ingresos son mayores, el gasto destinado a alimentos tiende a ser menor.
Un informe de la fundación Milenio pone como ejemplo: “Si una persona gana 2.000 bolivianos y gasta mil en alimentos, significa que el 50% de su ingreso se destina a alimentación. Pero si su sueldo sube a 3.000 y mantiene el mismo nivel de consumo, entonces el gasto de alimentos pasa a sólo el 33%”.
Bajo esta lógica, en el IPC 2007 la ponderación de alimentos bajó de 36,54% (IPC 1991) a 27,37%. La polémica medida se decidió con una Encuesta de Hogares y no con una de Presupuestos Familiares, que es la indicada para esta labor.
Tras esta experiencia, para el IPC 2016 sí se realizaron las encuestas necesarias y la baja fue a 27,6%. La diferencia fue mucho menor, lo que también generó dudas: ¿si el aumento de los ingresos seguía en ascenso por qué la proporción del gasto en alimentos no bajaba?. Varios sectores conjeturaban que se debió a que la baja de 2007 fue mucho mayor a la que correspondía en realidad o a que si bien los ingresos eran mayores, el poder adquisitivo era menor.
Lo que se siente en el bolsillo
El IPC está formado por 397 productos y servicios. Cada semana sus precios son medidos por el INE, en los mercados de toda Bolivia.
“Cada producto tiene una ponderación. Por ejemplo, la papa tiene una mayor ponderación que un corte de cabello. Se come papa todos los días, pero el corte es máximo una vez al mes. Pero cuando el INE recoge los datos, lo hace de todos los productos. La papa, que subió muchísimo, entra junto con el transporte interdepartamental que ha bajado o el corte de cabello que se mantuvo. Al final estos últimos, aunque no los consumes de forma seguida, compensan al que subió y por eso el promedio resulta ser muy bajo”, explicó el analista Gonzalo Chávez.
Los 397 productos están divididos en 12: alimentos y bebidas no alcohólicas; bebidas alcohólicas y tabaco; prendas de vestir y calzados; vivienda y servicios básicos; muebles, bienes y servicios domésticos; salud; transporte; comunicaciones, recreación y cultura; educación; alimentos y bebidas consumidos fuera del hogar; y bienes y servicios diversos.
Entre ellos se puede hallar alimentos como panetón, productos cárnicos procesados o preparados, decenas de verduras y cereales que no son consumidos de forma diaria. Hay repuestos de coches, rosetas de inspección, 42 prendas de vestir, 58 muebles, televisores, cámaras, cortes de cabello, manicura, pedicura o pasajes aéreos.
En un sondeo hecho entre los ciudadanos que asisten a los mercados, Página Siete identificó al menos 25 productos y servicios de primera necesidad. Entre ellos: pan, arroz, harina, fideo, carne de res, carne de pollo, huevos, cebolla, tomate, zanahoria, arveja, haba, papa, azúcar, sal, té, aceite, alguna fruta, algún cereal y detergente. Además, alquiler, agua, luz, gas, transporte, telefonía e internet.
“La población no compra los 397 productos, sino sólo los de primera necesidad, que son los que han estado subiendo significativamente. Por eso se siente el incremento en el bolsillo”, sostuvo Chávez.
El analista Jaime Dunn advierte que con ese mismo IPC, si bien la inflación es baja se puede ver una presión clara.
“A diciembre de 2021 la inflación era de 0,9% y en lo que va de 2022, a septiembre, ya se ha duplicado. Está sobre el 1,8%. Esto significa que, aunque la cifra sea baja, la inflación, año a año, proporcionalmente se está duplicando. Y se nota que ya hay una presión a la subida de precios”, manifestó.
¿Qué es el IPC? ¿De cuándo data y cómo lo realiza el INE?
IPC • Es el indicador más conocido y más utilizado para medir la inflación. Mide la variación de precios de un conjunto de bienes y servicios representativos del consumo de los hogares, que son cotizados mensualmente en mercados, ferias, supermercados, puestos fijos y móviles, tiendas de barrio, de abarrotes y establecimientos especializados y de servicios.
Productos • Desde 2016 la clasificación del IPC consta de 12 divisiones, 77 grupos, 153 clases, 397 productos y 513 variedades. Son cinco niveles de desagregación con ponderación.
Ejemplo • DIVISIÓN: Alimentos y Bebidas no Alcohólicas; GRUPO: Pan y Cereales; CLASE: Pan y otros productos de panadería; PRODUCTO: Pan corriente; VARIEDAD: Pan marraqueta/pan paceño corriente.
Elaboración • El IPC actual se elaboró con la Encuesta de Presupuestos Familiares, realizada entre septiembre de 2015 y septiembre de 2016. Tuvo una muestra de 10.992 viviendas. Se recabaron datos sobre gastos diarios, semanales, mensuales, trimestrales y anuales; en alimentos, transporte, medicinas, educación y otros. También se usó la Encuesta de Especificaciones (2015-2016) y la Encuesta de Precios Base (2016- 2017).
Selección • Se tomaron los productos que representaban un gasto mayor o igual a 0,06% o que tenían una frecuencia de adquisición mayor o igual a 8%.
Una inflación reprimida y un IPC que está distorsionado
Los analistas Dunn y Molina coinciden en que lo que se tiene en el país es una inflación reprimida. Esta situación se mantiene por una serie de medidas económicas del Gobierno.
“El tipo de cambio fijo, el control de precios, la subvención a los combustibles o la prohibición a las exportaciones hacen que los precios en Bolivia sean más bajos. Hay políticas de Estado que reprimen la inflación y la comprimen. Es la razón por la que es baja y algunas personas no la sienten”, explicó Dunn.
Espinoza señala que en una economía de este tipo el IPC está distorsionado a la baja, porque hay productos que no varían. Éste es el caso del pan de batalla o el transporte público cuyos precios están determinados de manera administrativa.
“Esto afecta incluso a los productores que, independientemente del incremento de costos que puedan sentir, ven que los precios de sus productos al consumidor no se muevan, lo que empuja al IPC hacia abajo”.
Molina añade que con estos precios fijos la variación de precios es cero y lo único que el INE recoge es la variación de lo que no se logró controlar. “Ahí tenemos el caso del tomate o la papa”.
“Cuando la inflación es baja y la gente siente que en sus bolsillos sube, ya no confía en el IPC. A esto los economistas le llamamos inflación reprimida. La baja inflación no es por una gestión eficiente, sino por el control de los precios” indicó.
Los analistas afirman que esta situación no puede mantenerse indefinida, porque para ello se requiere mantener las subvenciones. Cuando ya no haya, la inflación empezará a elevarse.
“Bolivia, para comprimir la inflación gasta mucho dinero. Hay un esfuerzo fiscal muy grande. El Gobierno se compra la inflación baja, tiene que pagar por ella. Eso tiene un gasto muy alto, de varios miles de millones de dólares. Eso sólo en la subvención a los combustibles. Ese costo se refleja en las reservas, Bolivia está sacrificando sus reservas internacionales”, finalizó Dunn.
Contrabando baja los precios y afecta en los resultados de ciertos productos
“Bolivia fue afectada con lo que pasa en los países. Por ejemplo, los argentinos, que tienen una inflación muy alta, prefieren traer sus productos a las ciudades fronterizas. Ingresan con precios más bajos que los de los productos nacionales”, afirma Molina.
Señala que hace algún tiempo la libra de nuestra uva estaba a 10 bolivianos, pero ellos nos vendían a dos o tres. Esto hace que baje el precio y por tanto su incidencia en el IPC.
Para Dunn esto es una de las consecuencias de mantener fijo el tipo de cambio. “Hace que entre mucho producto de contrabando, muy barato y que hace caer los precios”.
En una economía donde el 80% del trabajo es informal, gran parte del comercio de productos son internados de contrabando.
“Esto actúa como un disciplinador de precios que pone límites al posible incremento, independientemente de los incrementos que se van sintiendo en el costo de los insumos que se consumen para prestar la producción de bienes, alimentos o servicios”, sostuvo Espinoza.
Advirtió que quedarse sólo con el IPC como única herramienta para medir la evolución de los precios es un error técnico y conceptual. Esto puede generar grandes problemas en el manejo de la política económica.
“En cuanto a la inflación, uno de los grandes problemas es poder frenar cuando ésta ya empezó a acelerarse. En el caso boliviano, ya estamos viendo un incremento en varios productos, desde principios de 2022 o incluso antes. Éste no se detuvo ni con la mitigación de la incertidumbre de la invasión rusa”, dijo.
Afirmó que mientras las autoridades sigan negando este elemento, es muy probable que su reacción ante la inflación sea tardía. “Si la tendencia inflacionaria se consolida, probablemente haya costos muy altos en el futuro”.